Establecer estrategias correctas de fundraising se vuelve esencial para las ONGs, porque encontrar financiación para sus acciones sigue siendo una de las actividades administrativas que más energía consumen.

En el entorno social en el que me muevo tengo bastante contacto con diferentes ONGs y todas coinciden en reconocer el increíble potencial de las redes sociales, e Internet en general, para un sector tan importante como este.

Internet les ha dado una herramienta de comunicación interna, externa y de visibilización de sus causas de una manera nunca vista hasta ahora.

De hecho, este es uno de los puntales de la importante eclosión de este sector hace unos años.

Porque, gracias a la red, alcanzar al público sensibilizado hacia la causa defendida es ahora infinitamente más sencillo.

Esto es algo que las ONGs ha captado con rapidez y muchas de ellas se han preparado para hacer una labor excelente en la web.

Y es que ya se trate de ecología, labor social, derechos humanos, o cualquier otra causa se puede alcanzar al público adecuado independientemente de dónde se encuentre y de impactarle con rapidez y precisión.

¿Solo visibilizar?

Ahora bien, aunque la visibilización de un problema es un paso importante, porque permite tomar conciencia de la situación y generar una corriente de opinión favorable, esto no siempre es suficiente.

Sería como si los servicios de emergencia se limitasen a tomar nota de que ha habido un accidente de tráfico pero no enviaran ambulancias.

Pero para esto hace falta el tan vilipendiado, pero necesario, «vil metal». La cuestión es, ¿de dónde sacarlo?

Porque, precisamente la misma ventaja de la visualización se convierte en un problema al atomizar la atención y los recursos.

Por si esto fuera poco, las aportaciones públicas han caído en picado, obligando a muchas de las ONGs a echar la persiana (y lamentablemente conozco a más de una).

Y eso que las ONGs son un auténtico chollo para los gobiernos ya que les permiten atender problemas por una fracción de lo que costaría hacerlo con medios públicos o privados.

El reto: Fundraising

Pues bien, esto está provocando que las ONGs hayan tenido que echar mano de un nuevo anglicismo, el fundraising, y hayan tenido que incorporar una nueva figura a sus estructuras, los fundraisers.

¿Y qué es el «fundraising«? (más información en la Asociación Española de Fundraising)

Pues es la evolución del famoso «día de la banderita» de la Cruz Roja, y su objetivo es crear estrategias de captación de fondos aprovechando todas las posibilidades a su alcance (¿os acordáis de la campaña del cubo de agua helada?).

Ahora bien, este sector es especialmente sensible al uso de técnicas poco éticas, ya que la propia capacidad viralizadora de la red puede acabar con la reputación de una organización en segundos.

Por eso es especialmente importante ser particularmente ético, y creativo, a la hora de buscar financiación y patrocinios.

Porque en este sector es más aplicable que en ningún otro que el fin no justifica los medios.

(Nota: La traducción literal de «fundraising» sería «levantamiento de fondos», pero no confundir con el otro «levantamiento de fondos» realizados por los que todos conocemos en algunos ayuntamientos, diputaciones y otras entidades de «mal vivir»).

¿Cómo integrar el fundraising?

Con respecto a este tema se plantean dos estrategias diferentes, cada una con sus ventajas y sus inconvenientes.

Externalización del fundraising.

Por un lado, algunas ONGs están optando por externalizar el servicio dado que de esta manera pueden contar con tantos profesionales como precisen en cada momento y suelen ir a comisión, por lo que el coste va en función de los resultados conseguidos.

Asimismo, suelen contar con una buena cartera de contactos que pueden mejorar los resultados.

La parte negativa es que se puede perder el contacto directo con los donantes y las negociaciones pueden estar primadas por los resultados más que por los valores de la ONG.

Fundraiser interno.

En este caso la función de fundraising la asume personal de la propia organización con lo que existe un contacto directo entre ONG y donantes por lo que la implicación conseguida suele ser mayor.

Además, las acciones se pueden realizar siguiendo mejor los valores de la ONG.

Por contra, es difícil contar con buenos profesionales y si necesitas realizar campañas especiales puedes estar limitado por la disponibilidad de los mismos.

(Por cierto, si estás interesado en formarte y ayudar te dejo un enlace sobre el postgrado en fundraising de la Universidad de Barcelona).

Conclusión

Lo cierto es que aunque estemos ya en pleno siglo 21, más todo lo que llevamos antes de estos, sigue habiendo muchas necesidades y desigualdades que solucionar.

Y para ello hacen falta recursos económicos que permitan realizar muchas de las acciones necesarias.

Pero recuerda que aunque Quevedo nos decía aquello de que «poderoso caballero es Don Dinero», lo que va a hacer una diferencia importante en este mundo es tu generosidad y tu compromiso.

Así que si llega hasta ti o hasta tu empresa alguno de estos individuos escúchale, y si está en tu mano, colabora (y si puedes involucrarte personalmente, mejor).

Porque aunque tú mismo nunca lo sepas, lo cierto es que con tu apoyo habrás marcado un antes y un después en la vida de alguien.

Y esas son las cosas que, de verdad, importan.

 

Derechos de imagen por Shutterstock

 

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