En los dos artículos anteriores vimos algunas actitudes fundamentales que debemos adquirir para mejorar nuestra capacidad de escuchar y, para finalizar esta serie dedicada a la escucha activa, hoy quisiera que viéramos los principales errores a evitar durante el proceso de escucha activa y es que, como en cualquier otra actividad humana, es importante que practiquemos las actitudes correctas pero también que evitemos las actitudes o comportamientos incorrectos.

Por ello, entre los principales errores que solemos cometer durante el proceso de escucha, y que debemos evitar a toda costa, podemos destacar los siguientes:

Centrar la atención sobre tí. Cuando escuchas la atención debe estar puesta en la otra persona y en su mensaje, por ello debes evitar actitudes o comportamientos que pongan la atención sobre ti tales como comparar la situación con otra vivida por ti o minusvalorarla «eso no es nada (para mí)…», «a mí, en cierta ocasión…». Lo que das a entender, actuando de este modo, es que la única persona importante eres tú.

Interrumpir para responder.  Al actuar de este modo estás obviando información que podría ser pertinente para tener una visión global de la situación y es otra forma de centrar la atención sobre ti. Lo que estarías transmitiendo es que no te interesa conocer lo que siente la otra persona sino, tan solo, transmitir tu «sabiduría»

Juzgar las emociones de la otra persona. El proceso de escucha, para ser activo, debe ser empático por lo que no importa lo que sientas u opines sobre la situación que te estén contando, debes ponerte en su lugar. Estás en tu perfecto derecho de no compartirlas, pero al juzgar las emociones lo que estás diciendo es que tú eres la medida o patrón «correcto» de lo que se debe sentir en cada situación. Cada persona es única y para entenderla debes conocer sus emociones, solo así podrás establecer un puente que te permita entender y ayudar a la otra persona.

Elaborar tus respuestas mientras la otra persona está hablando. No somos multitarea, al menos no si ambas tareas requieren hacer uso de nuestras facultades de razonamiento, por ello elaborar nuestras respuestas mientras nos están hablando hace que dejemos de prestar atención a lo que nos están diciendo.

Prejuzgar. Nuestro cerebro está preparado para ver lo que espera ver, por ello si estás prejuiciado sobre la persona o el tema sobre el que te están hablando es muy probable que dejes de prestar atención o, lo que es peor, que entiendas lo que quieras entender.

Dar consejos no solicitados. El proceso de escucha es eso, escucha. La labor fundamental es entender lo que la otra persona vive y siente, por ello no debemos dar consejos o respuestas que no nos han solicitado.

Decidir por la otra persona. Y si no debemos dar consejos no solicitados, menos aún decidir por la otra persona. Nuestras decisiones deben ser eso, nuestras, por ello, la conclusión de un buen proceso de escucha debe ser la de ayudar a clarificar la situación y facilitar que la otra persona tome sus propias decisiones.

En resumen, cualquier comportamiento que os distraigan a ambos de la tarea de escuchar debe ser evitado. Ahora, y como ya comenté en el anterior artículo, resta poner en práctica estas sencillas pautas que mejorarán nuestra comprensión de los demás y nos harán destacar como personas con las que merece la pena hablar.

¿Qué otras ideas conoces para mejorar nuestra capacidad de escuchar?

 

Fotografía por Julia Barn en Flickr (CC)

 

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