Son muchos los riesgos a los que está expuesto un community manager, y en general todas las profesiones relacionadas con el Social Media, pero uno de los mayores es la indefinición de las funciones y tareas que los clientes (y ellos mismos) creen que debe desarrollar. Así, no es raro encontrar anuncios en los que solicitan un «community» para diseñar la web, la estrategia de marketing online, el mantenimiento de la base de datos y la producción de contenidos y creatividades para los anuncios o gestores de redes sociales que se lanzan a hacer masters de HTML5, CSS3, PHP, MySql y Diseño Gráfico. Es lo que se conoce como el síndrome del llanero solitario.

A nadie se le ocurriría ir al dentista para que le opere de cataratas ni llevar el ordenador a reparar a un carpintero, sin embargo en el ámbito de internet parece que esto sí debería ser posible y, aunque es extraordinariamente importante que cualquier profesional tenga formación cruzada con otras áreas relacionadas con su profesión, cuando esto se intenta llevar al extremo y se intenta ahorrar costes pretendiendo que una sola persona realice todas las tareas nos encontramos con dos graves consecuencias: la falta de una verdadera especialización, con el consiguiente empobrecimiento de los resultados, y la pérdida de energía, conocimiento y enfoque que se produce al no poder contar con otras opiniones o puntos de vista.

 

El Community Manager perdido

Dice un viejo adagio que aprendiz de mucho maestro de nada y, salvo extraordinarias excepciones, este dicho ha demostrado su acierto continuamente. Un buen profesional requiere tiempo y práctica para llegar a la perfección en su materia. Hace unos meses repasábamos la teoría de las 10.000 horas de Malcom Gladwell (por cierto curioso apellido) y veíamos como para alcanzar un grado de verdadero especialista en un campo cualesquiera es necesario invertir unas 10.000 horas de práctica (entre 6 y 10 años) de forma intensa y, por supuesto, analizando y corrigiendo los errores a fin conseguir llegar a ser un auténtico maestro.

Si a esto le añadimos que las materias que afectan al social media o al marketing digital están en plena efervescencia y en constante evolución es fácil darse cuenta que a esas 10.000 horas hay que añadirle un mínimo de 200 o 300 horas anuales de reciclaje, cursos, congresos, etc. Es decir, que si quisiéramos obtener al Leonardo da Vinchi del marketing online necesitaríamos invertir entre 20 y 30 años de trabajo, y aún así nada garantizaría que fuese un crack en todos los aspectos.

El trabajo en redes sociales requiere de un amplio elenco de profesionales especializados en muy diferentes disciplinas. Desde diseño gráfico a análisis web o desde programación html a gestión de servidores pasando por un buen copy, las necesidades de interconexión son exactamente las mismas que en cualquier otro ámbito profesional y aunque ciertos proyectos de pequeño tamaño puedan ser desarrollados por una sola persona no podemos esperar profesionalidad ni excelencia en todos los aspectos necesarios.

Este modelo del llanero solitario quizá valga para salir del paso, pero si el proyecto crece o si este modelo lo queremos implementar en proyectos de gran calado el fracaso está garantizado y pasaremos de tener un buen profesional del community management a tener un community manager perdido que no sabe cómo resolver todas sus tareas o que se dedicará solo a lo que mejor sabe hacer.

 

Las soluciones perdidas

Y esto me lleva a la segunda consecuencia grave: las soluciones perdidas y la falta de calidad de las soluciones aportadas porque cuando una sola persona enfrenta la solución de un problema multidisciplinar lo hace con una serie de limitaciones importantes.

La primera ya la hemos apuntado antes, la falta de conocimientos en todas las áreas necesarias, lo que lleva a que las soluciones encontradas no alcancen el nivel que podrían alcanzar si contáramos con especialistas en esas áreas.

La segunda es la limitación en la creatividad. Aunque seas un auténtico especialista en tu área dar un enfoque distinto te puede llevar a encontrar soluciones diferentes, y nadie mejor que otra persona para darte ese enfoque distinto, aunque sea de partida.

La tercera en la limitación en el número de ideas. Porque aunque fueras un autentico genio en tu campo y tú solo generes la mitad de las ideas de tu equipo, todavía queda otro 50% de ideas que vienen de ellos.

La cuarta es la pérdida de energía. No siempre nos encontramos en nuestro mejor momento, y contar con el apoyo de otros profesionales nos ayudará a focalizar nuestra energía en aquello en lo que somos realmente buenos y, además, contaremos con su ánimo y confianza. El trabajo en equipo es esencial en todos los ámbitos de la vida, incluso los deportistas que compiten solos tienen un equipo de profesionales detrás de ellos.

La quinta es la pérdida de agilidad. Cierto que, al principio, debes emplear un poco de tiempo en poner a todos al corriente del proyecto, pero una vez hecho esto un equipo bien coordinado es mucho más eficaz y rápido en la resolución de problemas.

Podríamos seguir enumerando consecuencias graves como la pérdida de oportunidades o de plazos por imprevistos, la baja calidad de algunas propuestas, el incremento del coste por la mayor dedicación temporal, etc. Pero creo que ya has visto la importancia de evitar convertirte o de exigir un «llanero solitario» porque, ya seas cliente, community manager o líder excepcional, si quieres llegar lejos necesitarás contar con un buen equipo.

¿Nos cuentas tu experiencia?

 

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Imagen por Hiking Artist en Flickr (CC)

 

 

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