¿Tenemos aversión al riesgo? Yo creo que no. No tenemos miedo al riesgo, simplemente ni nos gusta la incertidumbre ni nos gusta perder y eso es lo que nos lleva a evitar las situaciones de riesgo. Muchas veces he oído la famosa pregunta: ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Sinceramente, si no tuviéramos miedo habríamos desaparecido como especie. La cuestión no es esa, creo que la pregunta apropiada sería: ¿qué tendrías que aprender o tener en cuenta para afrontar ese miedo y controlar, en lo posible, su causa? Por que, en resumidas cuentas, una situación de riesgo es aquella en la que existen serias posibilidades de perder, salvo que aprendamos a analizar cada paso y a actuar en consecuencia. Es cuestión de asumir los riesgos con inteligencia.

 

 

 

 

Volar es una actividad de riesgo. Las velocidades, la altura y la presión a las que se viaja en avión provocan que cualquier incidencia sea, practicamente, mortal (y lo sé por experiencia ya que yo sufrí un accidente aéreo). Llegar a buen puerto (o aeropuerto) requiere que una serie de circunstancias se den de forma conjunta.

Tienes que tener una buena aeronave, combustible suficiente, una tripulación preparada, un tiempo aceptable para volar, una pista de despegue y otra de aterrizaje adecuadas y un buen plan de vuelo. Cualquier alteración en estos factores pondrá el vuelo en una situación de peligro. Sin embargo, volar es una de las formas de transporte más segura. Y no es porque se vuele más lento o más bajo, más bien al contrario, sino porque se ha aprendido a hacer las cosas mejor, a gestionar los riesgos.

Las tripulaciones se preparan para conocer muy bien la aeronave que pilotan, los fabricantes y mantenedores han aprendido que cosas hacer y controlar para corregir las deficiencias. Han eliminado todos aquello conocido que puede hacer peligrar la aeronave y se han preparado para enfrentar el resto. Porque volar un avión, al igual que llevar adelante un proyecto, no significa que tengas todo absolutamente amarrado, sino que has hecho bien tu parte y te has preparado, razonablemente, para lo que pueda surgir.

Cuando tienes esa certeza, y el permiso de la torre, es tiempo de dar gas a fondo y volar. Vas a tener que permanecer atento a las condiciones del vuelo, actuar tan pronto detectes desviaciones no deseadas y verificar que todo el equipo funcione bien. Puede que enfrentes alguna tormenta o que algún elemento se averíe, incluso puede que debas desviar el vuelo a otro aeropuerto pero, en cualquier caso, habrás hecho algo que muchos desean pero que no se atreven a hacer y es volar, llevar adelante tu proyecto.

Por ello, creo que el miedo es bueno, te avisa de que hay un peligro. Solo tienes que aprender a afrontar ese peligro con inteligencia, aprender a gestionarlo, y disfrutarás en situaciones en las que otros solo sienten temor. Piensa que incluso lanzarse al vacío, con un buen equipo y preparación, es una actividad emocionante que puedes repetir tanto como quieras. Lanzarse sin ello, no.

Wingsuit Basejumping – The Need 4 Speed: The Art of Flight from Phoenix Fly on Vimeo.

Y a ti, ¿te gusta volar?

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