Una de las consecuencias del entorno competitivo en el que nos movemos es la fagocitación de las empresas pequeñas por parte de las grandes. Y si esto es cierto para las empresas imagínate si hablamos de profesionales independientes o freelances. La única alternativa es localizar nichos muy pequeños y especializados que no sean atractivos para las grandes corporaciones. La cuestión es ¿es esta realmente la única opción?

Para un profesional o una pequeña compañía es muy complicado poder competir en capacidad de servicios con una gran corporación salvo que crezca en medios, pero esto no se puede hacer sin una inversión muy importante. Algo similar les ocurre a las ONGs, tiene que enfrentar problemas de gran calibre con presupuestos muy reducidos, pero encontraron una solución: el trabajo en red.

Se han especializado en realizar acciones muy concretas que pueden asumir con sus presupuestos y complementan sus servicios colaborando con otras ONGs que realizan acciones complementarias, aprovechando las sinergias y optimizando sus esfuerzos.

En el mundo de la empresa este movimiento se está materializando a través de dos filosofías muy interesantes: la Coopetencia y el Coworking.

Coopetencia

El concepto de coopetencia proviene de la unión de dos conceptos antagónicos a primera vista: cooperación y competencia. Es decir, la unión de dos empresas competidoras o complementarias con el fin de poder ampliar mercados, si bien cada una es responsable de conseguir vender sus servicios o productos.

Desde campañas de publicidad conjunta al diseño de productos esto es algo que, incluso las grandes compañías, están poniendo en práctica. Así, podemos ver anuncios sobre los beneficios de comprar productos de marca en vez de los de marca blanca o empresas automovilísticas que desarrollan plataformas comunes pero que después cada una viste de forma diferente para intentar llevarse mayor cuota de mercado.

Coworking

Este es otro concepto muy interesante para freelances y que va más allá de compartir un espacio para trabajar, aunque este ha sido el enfoque para muchos. Y es que no se trata de oficinas compartidas, sino de espacios para coworkers, es decir espacios para profesionales que han entendido que establecer sinergias con profesionales de otros sectores puede llevar a la creación de «empresas virtuales» con grandes capacidades.

Así, un espacio donde confluyan economistas, publicistas, diseñadores gráficos y web, asesores legales y algunos otros profesionales varios tiene todos los ingredientes para que, mediante la colaboración, cada uno de los profesionales pueda funcionar como una gran empresa de servicios cuyo tamaño y servicios puede variar en función de las necesidades de cada cliente y del propio profesional pero evitando los costes que, a cada uno de ellos, le conllevaría tener este tipo de estructura.

Personalmente utilizo el concepto de «coworking virtual». Como mi especialidad es el marketing online he decidido ser coherente y llevarlo al terreno virtual. Así, colaboro con otros profesionales tanto de mi propia provincia como de otras, con lo que no solo conseguimos aprovechar las sinergias profesionales sino, incluso, las geográficas, a la vez que demostramos a clientes de otras zonas geográficas que si nosotros trabajamos, y muy bien, a pesar de las distancias, ellos también podrán hacerlo con nosotros.

Conclusión

Ayer visité la Bienal de la Máquina Herramienta en Bilbao y, si bien me alegré de que empezara a recuperar esplendores pasados, no pude evitar darme cuenta de que la inmensa mayoría de los stands estaban ocupados por grandes marcas del sector, quedando las pequeñas desperdigadas y relegadas a los recovecos de los pabellones (el precio manda) cuando no desaparecidas.

Por ello, poner en práctica este tipo de conceptos puede ser extremadamente interesante a fin de poder competir, con mayores posibilidades, en un mundo cada vez más global pero en el que, con la estrategia adecuada, David sigue siendo capaz de batir a Goliat.

¿Has probado alguno de estos conceptos? ¿Nos cuentas tu experiencia?

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Fotografía por María Artigas en Flickr (CC)

 

 

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